Los desarrollos tecnológicos e innovaciones científicas nos hacen preguntarnos si la libertad del ser humano tiene límites, en relación a
Trabajo como perito en una compañía de seguros. Recientemente participé en el análisis de un accidente aparatoso en el que
Mis amigos que viven en Estados Unidos me lo repiten continuamente, «la clase media mexicana tiene una idea falsa de cómo se vive en Estados Unidos». En efecto, la seguridad social prácticamente no existe en aquel país. Eso significa que en la vejez y en la enfermedad uno se debe rascar con sus propias uñas. En esos duros momentos, se revela que las aseguradoras son negocios, no almas de caridad. ¿Quién puede recriminárselos? Son empresas privadas. ¿O no? Business are business. Una situación semejante es la que retrata Breaking Bad.
En esta edición celebramos a los lectores, cuya lealtad y optimismo mantienen con vida a la revista; y a los
Once quinquenios. Un nuevo aniversario se cumple en esta edición de istmo. Fue en enero de 1959 cuando Carlos Llano,
El valor de una empresa se cimenta en los individuos que la forman. No bastan trabajadores ampliamente capacitados, si carecen de ética y valores para sustentar sus actos. Toda organización requiere personas equilibradas, estables y directores con carácter y dominio de sí mismos.
Líderes negativos, modelos de referencia no dignos de imitar, existen en todos los ámbitos; lo preocupante es que consigan seguidores.
Por lo general nos referimos al capital social y no al intelectual en la red. Éste tiene un valor difícil de tasar. Sobre ciertos documentos valiosos (libro, artículo, tesis doctoral, etcétera) hace falta un respaldo con las instituciones que se encargan de ello en el ámbito de lo físico, por ejemplo el registro ante derechos de autor. No se puede proteger todo el contenido porque quizá ni siquiera vale la pena.
Publiqué mis primeros dos artículos en Istmo, cuando era un joven profesor. Uno trataba sobre Nieztsche (número 164), el otro sobre el arte barroco mexicano (número 163) que, como ustedes saben, es una de mis aficiones. No sé cuál de ellos fue el primero; revisaré en mis archivos. Lo importante es que llevé mi manuscrito y se lo entregué a alguien de la redacción. Transcurrieron algunas semanas de silencio. Finalmente, tras pedirme pequeñas correcciones, aceptaron mis textos. Me pondré un poco cursi, pero ese hecho sí que marcó mi vida. Descubrí que me gustaba escribir.
© IPADE BUSINESS SCHOOL. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. 2019
Aviso de Privacidad Términos y condiciones Media Kit Guía de colaboradores Contacto