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Teresa de Calcuta: sobreabundancia de generosidad

Morihiro Oki, fotógrafo japonés, ha publicado recientemente un best-seller titulado: Amor sin límites en el que la figura central es la Madre Teresa y su labor con los más pobres de los pobres. Desde el año pasado, el libro se está vendiendo por centenares en Japón, Italia, Inglaterra, España, Francia, Alemania, Noruega y los Estados Unidos. Nada raro en una publicación de buenas fotos que, además, resalta la figura de una de las personas más estimadas y admiradas del planeta.
Llama la atención que Oki, quien se declara agnóstico, afirma en una entrevista en Madrid que desde que conoció a la Madre Teresa «ya no estoy muy seguro de que realmente Dios no exista».
Para el testigo de Amor sin límites, el trabajo y la vida de entrega de la diminuta monja en Calcuta son totalmente incomprensibles. «Al principio, el ver lo que ella hacía, sin pedir nada a cambio, fue lo que más me impresionó. Después de la segunda guerra mundial, Japón estaba totalmente destruido (al menos un 80%) y en 25 años su progreso económico fue “milagroso”, hasta convertirnos en una potencia mundial. En Japón cada persona trabaja para sí misma. Servir a otro o tenerle cierta caridad se considera algo totalmente ajeno a nuestra cultura. Esto se debe quizás a que en Japón, la cultura cristiana, pertenece sólo una minoría.
»Otra cosa que me causó una gran impresión, es que ella nunca le dijo a nadie que se hiciera católico. Eso es contrario a la idea que tenemos en Japón sobre los misioneros, que creemos deseosos de conseguir conversiones, y que fue lo que precisamente la Madre Teresa nunca hizo. Ella predicó su religión con su forma de vivir, con sus actos».
La experiencia personal del fotógrafo japonés es una lección contundente de la influencia que posee la vida de una persona esforzada por vivir lo que dice creer. Oki se transformó al contemplar el ejemplo de la Madre Teresa: «de acuerdo con mi mentalidad budista, su razonamiento era ininteligible. ¿Por que está mujer hace esas cosas? ¿Sólo por amor a Dios?
»Quise [ con este libro] expresar la universalidad de su amor. Al principio fui criticado pues decían que estaba haciendo propaganda al catolicismo, pero no es así. Cuando vi lo que ella hacía, descubrí que la sociedad japonesa ha perdido algo a cambio de su desarrollo económico, y ese “algo” es quizás el amor universal al que me refiero y que vamos a necesitar ahora más que nunca, de otra manera, nuestro futuro será catastrófico.
»Ella siempre afirmó que cada persona es amada por Dios, deseada por Dios, que todos somos Sus hijos. Esa idea de que cada uno es hijo de Dios ha causado una fuerte impresión en mí y eso es lo que quería reflejar en mis fotos».

DELICADEZA

Hace justamente 52 años, aquí en Calcuta famosa en el mundo entero por su densidad de población y las condiciones de pobreza extrema en la que viven muchos de sus 14 millones de habitantes, una diminuta monja albanesa, familiarmente conocida como la «Madre Teresa», empezó a trabajar con los más pobres de los pobres.
En una entrevista, a su sucesora, la Hermana Nirmala, observé algunas razones por las que la vida de la Madre Teresa impresionaron tanto al señor Oki. La Hermana Nirmala (que en hindi significa «inmaculada»), originaria de Nepal, es también testigo del «amor universal» al que se refiere el fotógrafo japonés. En la primavera de 1958 a la edad de 23 años, conoció a la Madre Teresa y decidió convertirse al catolicismo, luego de practicar la religión hindú.
A diferencia de Oki, la Hermana Nirmala vivió bastantes años junto a la Madre Teresa. Al preguntarle lo que recuerda de esos años, no vacila: «Cuando recién llegué, era aún postulante, no tendría ni siquiera un año aquí y me enfermé. La Madre Teresa me sacó de mi sección para llevarme a su cuarto. Me dejó su cama y ella durmió en la mesa. ¿Comprende eso? (me lo pregunta porque en Oriente el sentido de autoridad y el respeto a los superiores es grande; un acto de esta naturaleza no se ve en ningún lado). Nunca he podido olvidar ese detalle.
»Me dejó su cama. No había otra más en la habitación. Se dedicó a cuidarme, con sacrificios de madre. Yo era sólo una de las más pequeñas, y ella la ¡Madre Teresa! La superiora. ¿Comprende usted el significado? (Lo reitera. Seguro quiere que me quede claro). Ésas eran sus delicadezas de amor. Yo estaba recién llegada a la Orden, y estos pequeños detalles de amor eran muy comunes en ella».
A muchos nos cuesta imaginar lo que significa vivir con alguien empeñado en ser santo. Pareciera que es un privilegio de unos cuantos y que la vida de virtudes que en ellos apreciamos queda fuera de nuestro alcance. Sin embargo, en la vida de la Madre Teresa pareciera que lo más impactante para quienes vivían con ella, era su «normalidad».
Continúa la Hermana Nirmala: «¡Le encantaban los dulces! Pero sobre todas las cosas le encantaba ayudar, ayudar al desvalido, siempre estaba presta a ayudar a alguien. Al mismo tiempo, siempre nos ponía retos, pidiéndonos que ayudáramos a otros a ayudar».
La Hermana Frederic, quien nos acompañó en la entrevista, aporta un comentario entre risas, expresando que si la Madre Teresa estuviera presente no la hubiera dejado hacerlo: «Le encantaba poner las cosas en orden. Le gustaba estar acomodando cosas. Y le gustaba animar a la gente a hacer sacrificios, a que se dieran ellos mismos, no que les pidieran a otros que dieran, sino que ellos mismos se sacrificaran por los demás.
»Le gustaba contar la historia del niño que oyó que no había azúcar para los bebés de Shishu Bhawan [ un orfelinato de las Misioneras de la Caridad] y él decidió dejar de tomar azúcar por varios días; la que juntó se la trajo a la Madre Teresa para que se la dieran a esos niños. Eso es lo que más le gustaba, el sacrificio de unos por otros».
Pero, como lo expresa Oki, la Madre Teresa predicaba con el ejemplo. «Aun cuando estuviera enferma, no le importaba. ¡Cuánto empeño ponía en sacar adelante sus deberes! Cuando se enfermaba no le preocupaba nada su vida. Éramos nosotras las que teníamos que cuidar de su salud. Pero ella no lo permitía. Yo nunca he visto a nadie que “aviente” así su vida, en la forma en que ella lo hacía. Nunca quería ninguna atención pues nos decía que había tantos pobres alrededor nuestro a quién atender antes que a ella», conitúa la Hermana Nirmala.
Hablar de igualdad de condiciones en India, sin embargo, es casi entrar en conflicto. La sociedad hindú da por supuesto que no somos iguales, que las castas, condición social, educación y otras categorías nos hacen distintos y por lo tanto, merecedores de respeto por parte de los que están en posiciones inferiores a la nuestra. Obviamente, no se puede esperar que una persona de «mayor rango» quiera servir a uno de clase menor.
«Nunca quiso ser o sentirse diferente a ninguna de nosotras. La misma comida, inclusive. Todas iguales. A nosotros nos daba mucho gusto que ella fuera así. Nos hacía sentir, como realmente lo somos, una familia. Era una gran fuente de inspiración para todas» explica la Hermana Nirmala.

LÓGICA SOBRENATURAL

Todos sabemos que en la sociedad actual, los medios económicos son indispensables. Sin embargo tal parece que, para quienes trabajan en empresas sobrenaturales, la lógica es muy distinta.
La vida de la Madre Teresa cuestiona al hombre moderno sobre la necesidad del bienestar, de poseer siempre soluciones a las carencias materiales, de contar con un «respaldo» monetario. Para las Misioneras de la Caridad, quienes lo aprendieron de ella, los problemas como tales, no existen. Una re-afirmación de que para Dios no hay obstáculos insalvables.
«Nosotros no podemos ver los problemas como problemas. Esos “problemas” son regalos de Dios; de esa forma, vistos con otra perspectiva, siempre habrá problemas, pero si los ves como regalos de Dios se convierten en retos, y los retos son siempre bien venidos. De ahí por tanto, que sean retos, no problemas.
»Nada es un obstáculo. Lo importante es cómo se recibe. La gente está totalmente dispuesta a ayudar a las Misioneras de la Caridad; recuerde que éste es trabajo de Dios, no nuestro. Él está al mando, Él provee y Él ve qué nos hace falta, qué es lo bueno, de forma que Él permite estos retos porque son buenos para nosotros y nos da las gracias necesarias para sacarlos adelante».
Tal parecía que hablábamos de dos cosas totalmente distintas. Sin embargo, al querer concretar y preguntarle sobre la necesidad de bienes materiales, financieros, comida, medicinas, etcétera, la superiora general reafirmó su posición:
«Nada. Absolutamente nada nos hace falta. Dios provee; en todas partes, tanto en India como en el extranjero. ¿Sabe usted por qué? Porque ésa es la promesa que Dios nos hizo. Cuando la Madre Teresa comenzó la Sociedad, cuando recibió la llamada de Dios ella no empezó esto sola, fue Jesús quien la llamó, Él le dijo que la quería pobre, y que así sería como ella ayudaría a los más pobres de los pobres: gratis.
»Él la quería con las manos vacías, sin nada, para servir a los más pobres. ¿Qué paradoja, no cree? Y le dijo: “Yo proveeré”. Y eso fue lo que la Madre Teresa hizo y eso es lo que continuamos haciendo nosotras: confiando en la Providencia de Dios, atendiendo gratis a los más pobres de los pobres. Y Él cumple su promesa cada día.
»Todo lo que tenemos que hacer es ser fieles a nuestros compromisos, corresponder a la llamada de Dios y todo lo demás se nos da por añadidura».
Y así sucede. Las Misioneras nunca hacen «colectas» o actividades para recaudar fondos. La ayuda llega. Está claro que la gente se deja ganar al ver el ejemplo de quienes se entregan desinteresadamente ayudando a quienes no tienen nada. El ejemplo arrastra. Y no es un acto aislado, pues la ayuda es constante y continua. Para algunos, la muerte de la Madre Teresa significaría el fin de la colaboración y participación voluntaria de los donantes. Todo parece indicar que en eso también estaban equivocados.
«La vida de las Misioneras de la Caridad, por la gracia de Dios, no ha cambiado en ninguna forma; excepto que extrañamos a nuestra Madre, su presencia física entre nosotros. Pero en todo lo demás, por gracia de Dios, continuamos en todo en su mismo espíritu. La gente sigue colaborando y ayudándonos. Es exactamente lo mismo. Nos tratan justo igual que cuando la Madre Teresa estaba con nosotros.
»De hecho, desde que falleció nuestra fundadora, la Orden de las Misioneras de la Caridad ha crecido considerablemente, me refiero a que tenemos ahora más casas. Desde la fecha en que nuestra Madre murió, hemos abierto 17 casas más».

Y el observador audaz supondrá que hay más vocaciones.

»Sí, también las vocaciones han aumentado. Tenemos muchas novicias y postulantes, pero es cierto que en los últimos años tenemos menos vocaciones que las que se tenían antes. La razón es, como en todas partes, que muchos niños no nacen; además la falta de un compromiso permanente que se nota en todo el mundo. Por lo que podemos decir que comparativamente tenemos menos, pero siguen llegando aún muchas vocaciones».

GLOBALIZACIÓN DEL SERVICIO Y LA GENEROSIDAD

Una característica interesante del servicio y la generosidad es que se disemina rápidamente. La expansión del mensaje de la Madre Teresa es impresionante. Un hombre de negocios que quisiera extender sus sucursales por todo el mundo necesitaría hacer muchos cálculos financieros antes de decidirse a empezar una nueva gestión. En este caso, otra vez, la «lógica» falla.
La «oficina matriz» es obviamente Calcuta y la India, pues es donde la «empresa» echó primeramente sus raíces. Pero la «demanda» de servicio, amor y generosidad es mundial. Podríamos decir que también forma parte de la «globalización».
«Aquí, en Calcuta, todo es en grandes dimensiones. Pero tenemos casas en todos lados, en África bastantes, en Haití, Etiopía, en muchos países latinoamericanos, en Estados Unidos, en todas partes. Sí, en Calcuta tenemos más centros de atención [en India atienden, en 197 centros, a más de 40,000 pacientes cada año, sin contar a las familias que se benefician por su trabajo y que no residen en estos centros de atención], pero no se olvide que estamos distribuidas en 133 países de todo el mundo».
Nuestro amigo japonés destacaba el hecho de la libertad de creencias que la Madre Teresa practicó toda su vida. En el contexto asiático, la palabra «conversión» toma matices distintos a los occidentales. En Oriente, hablar de un cambio de creencias implica casi un destierro voluntario, un cortar de cuajo los lazos familiares y sociales. Para algunos es equivalente a traición. Muchas guerras se han iniciado por ese motivo.
«La Madre Teresa nos enseñó a respetar la religión de cada persona. De hecho, ella les ayudaba a vivirla de acuerdo a sus creencias. La idea de fondo es: “esto es su deber” y si Dios les da, en el futuro, la gracia de la Fe, ellos estarán mejor dispuestos para recibir generosamente la llamada de Él. Pero ella siempre quiso que cada uno creyera firmemente en su religión y la practicara».
Y esto lo vimos quienes presenciamos su funeral en Calcuta. Se le brindó un funeral de Estado, honor que sólo Mahatma Gandhi y Jawahalar Nehru han disfrutado desde que la India es un país independiente. Además, los representantes de las diferentes religiones de la India le brindaron tributo. Mandatarios de todo el mundo viajaron para estar presentes en la Misa que celebró en nombre del Papa, el Cardenal Sodano, Secretario de Estado del Vaticano. Todo esto indica que su vida dejó una huella profunda en la mayoría de la población del planeta.
Sin embargo, la mejor noticia es que existen en el mundo muchas «Madres Teresa» que no son tan conocidas, pero que su ejemplo consigue despertar en miles de individuos los deseos de generosidad y virtud que los demás admiran. Quizás nunca se publicará un libro de fotografías de esos miles de personas anónimas que aportan beneficios a la humanidad, pero seguramente su ejemplo sirve para convertir los problemas cotidianos en nuevos «retos».

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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