El cuaderno de Rutka
Rutka Laskier
Suma de letras.
Rutka Laskier
Suma de letras.
México, 2008.
183 págs.
El cuaderno de Rutka no es El diario de Anne Frank de este siglo ni su lector natural es el público joven. Además de su pesimismo intermitente, contra una suerte de luz que brota del otro diario, estas páginas (apenas 70, comentadas por Juan María Alponte, Arnoldo Kraus y Marek Halter) reflejan rabia.
Tampoco es un libro esperanzador. Rutka confronta. A sus padres, amigos, incluso a Dios. Aquí abundan, en medio de la desgracia, las sospechas de la fe y los reclamos.
Sin embargo, llama la atención que no haya lamentos. Rutka no lloriquea, al contrario. De su cuaderno se desprende una entereza desgarradora que enseña que la única opción para hacer frente a una vida así, en un campo de concentración llamado Auschwitz, es alzar la cara y seguir adelante.
Imagine que la suerte está echada y morirá. Se lo dice el médico, no hay mucho qué hacer, seis meses, quizá. Le quedan tres opciones: 1) lamentarse, 2) fingir demencia, 3) seguir su vida con integridad y toda la dignidad posible, porque su salvación no depende de usted. Rutka eligió la tercera.
El cuaderno de Rutka estremece el alma, sin duda, pero permite ver matices hasta ahora sólo imaginados del Holocausto.
Tampoco es un libro esperanzador. Rutka confronta. A sus padres, amigos, incluso a Dios. Aquí abundan, en medio de la desgracia, las sospechas de la fe y los reclamos.
Sin embargo, llama la atención que no haya lamentos. Rutka no lloriquea, al contrario. De su cuaderno se desprende una entereza desgarradora que enseña que la única opción para hacer frente a una vida así, en un campo de concentración llamado Auschwitz, es alzar la cara y seguir adelante.
Imagine que la suerte está echada y morirá. Se lo dice el médico, no hay mucho qué hacer, seis meses, quizá. Le quedan tres opciones: 1) lamentarse, 2) fingir demencia, 3) seguir su vida con integridad y toda la dignidad posible, porque su salvación no depende de usted. Rutka eligió la tercera.
El cuaderno de Rutka estremece el alma, sin duda, pero permite ver matices hasta ahora sólo imaginados del Holocausto.
