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El conocimiento del singular

El conocimiento del singular
Carlos Llano
Ensayo
Cruz. México, 1996


Llano establece varias conclusiones a partir de su análisis: un solo entendimiento humano con diversas funciones y operaciones; dos momentos del pensar humano: ciencia especulativa y prudencia práctica.

¿Es posible la unión epistemológica entre lo uno y lo múltiple? No se trata sino del viejo problema medieval de los universales que Llano plantea desde el antecedente platónico y aristotélico, hasta rematar con las contribuciones y los límites de la solución vivencial.

El reto está sobre la mesa: «la unión epistemológica entre lo universal y lo particular, entre la ciencia y la prudencia, sólo se resuelve mediante la antropología del sujeto activo único que, como veremos, piensa el universal con el entendimiento, conoce el universal con los sentidos, y hace la síntesis de ambos con el propio entendimiento considerado de otra manera».

La tesis filosófica es clara: «lo universal y lo singular no se encuentran en una relación de bipolaridad sino de armonía complementaria». Y aunque es un texto altamente metafísico presenta un drama: el conocimiento humano frente a la realidad. El encuentro del hombre con el singular, la imposibilidad del entendimiento directo frente a la individuación, las distintas respuestas evasivas al problema, que se han dado por temor o conformismo, los saltos al vacío que suponen la conexión entre conocer y llegar al flujo de la singularidad vivencial, todo esto en un crescendo constante para mostrar la imposibilidad y la caída.

El centro de análisis de El conocimiento del singular está en el libro VII de la Metafísica de Aristóteles y la q2. art. 6 De Veritate o Cuestiones sobre la Verdad de Tomás de Aquino. Consta de 4 capítulos y un apéndice con la traducción del texto citado del Aquinate. Con una reflexión profunda y analítica Llano aúna respuestas directas con su maestro José Gaos y su contemporáneo Xavier Zubiri. La disertación es de alcances clásicos por la solidez con que aborda cuestiones en torno a la noción de substancia en Metafísica VII, respecto de la noción de objeto wittgensteiniana del Tractatus Lógico-Philosophicus, y de la segunda cuestión, artículo 6 del De Veritate. En términos generales el libro es más «el intento que el logro del conocimiento del singular al que sólo se acude por la substancia individual»

Llano denomina a su reflexión la «heterogeneidad y comunidad de los singulares». La Introducción es la conclusión y el balance del autor tras analizar el problema en los cuatro capítulos. A partir de su análisis establece varias conclusiones: un solo entendimiento humano con diversas funciones y operaciones; y dos momentos del pensar humano, ciencia especulativa y prudencia práctica. En última instancia, dos modos de abstraer: la abstracción de la forma y la abstracción total de vuelta al singular. Los dos primeros capítulos establecen algunas tesis fundamentales con carácter inclusivo:

  • El universal y el particular se encuentran armónica e íntimamente unidos en la dinámica de la praxis.
  • Las dos maneras de operar que tiene un solo entendimiento.
  • No hay ciencia de los singulares en cuanto tales sino un conocimiento prudencial del singular.
  • El punto de partida de todo conocimiento es singular y del individuo.

SER UNO Y TODO
¿Cómo llega Llano a estas soluciones? En el capítulo I establece la metodología de la investigación y aborda la substancia como el ente primero, individual, el ente en su primer sentido según la Metafísica de Aristóteles. Este punto, eje de la obra, establece un marco de comunicabilidad con Wittgenstein; señala los distintos sentidos en que puede decirse la substancia: como individual y como esencia universal en su vía de substancia primera; como materia y forma desde la perspectiva hilemórfico?natural.

El autor señala las dos vías claves de la disertación: la perspectiva de la substancia como logos y como physis. Ambas se interrelacionan y retroalimentan, sin embargo la substancia como logos tiene el sentido predicamental de sujeto mientras que la substancia como physis refiere más a inalterabilidad. Encuentra que la inalterabilidad es la permanencia del ser, lo que permite la predicación incluso de contrarios.

En este punto encuentra algo común entre Aristóteles y el planteamiento de Wittgenstein en el Tractatus. Para ambos, la potencialidad de las substancias a recibir determinaciones marcará la posibilidad del encuentro con el singular. La materia es la vía de la singularidad. Ambos, esbozan el camino y concluyen que es intransitable, pues lleva a un conocimiento indefinido, que no podemos transitar más que como «algo vago». Wittgenstein cayó en la postura de tomar a la forma como un conjunto unitario de posibilidades en su consideración del objeto. En cambio, para Llano, Tomás de Aquino encuentra la solución al afrontar el problema a través de la reflexión sobre la imagen sensible, gracias a que comenzó, no desde el conocimiento humano sino desde el conocimiento en general.

Aquino se pregunta por qué Dios conoce no sólo la esencia universal de la especie sino también, la esencia de cada individuo. La sola terminología de Dios, considerado como aprehensor materiae, deja a Llano maravillado, pues descubre, a través de Aquino, que siendo Él no material puede comprender y conocer la totalidad singular de cada individuo.

En Dios es posible el conocimiento total del singular porque es causa de la cosa. Aunque esto no es posible en el ser humano, el quid de la reflexión con el conocimiento divino está en que se descubre que el conocimiento del singular no radica en la semejanza con el objeto -pues Dios conoce al individuo singular totalmente y no es material- sino, en el caso humano, en la «semejanza con la representación». «Esto es -explica el autor-, en el grado que la representación tenga, en la dinámica del conocimiento, un ser intencional, que lleve hacia la realidad representada y no hacia el modo de la representación». Llano establece con esto ciertas conclusiones clave:

  • La perfección del conocimiento consiste en conocer la cosa del modo como es y no como existe en el cognoscente.
  • No es necesario que el modo de ser del cognoscente sea el mismo que el de lo conocido.
  • Es necesaria una semejanza en la representación del conocimiento no una semejanza en la naturaleza.
  • Se conoce algo en la medida en que está representado en el cognoscente y no en la medida en que existe en el cognoscente.
  • El singular, en cuanto no puede ser separado de la materia, puede conocerse por una imagen separada de la materia que es semejanza de ella.

El hallazgo es demostrar que la representación material puede ser inmaterial. Citando De Veritate q2 a6 concluye que: «cuando el entendimiento abstrae su concepto de las imágenes, y a través de él su conocimiento continúa, llega de alguna manera hasta la imagen sensible». Hay dos modos de abstraer: la abstracción formal de las ciencias y la abstracción total del singular. Roto el cerco, vuelve al conocimiento del singular desarrollando el ámbito prudencial y de la acción práctica. Con estas conclusiones, aborda la idea vitalista sobre el conocimiento del singular y establece dónde está su problema: el vitalismo propone conocer al singular con el sujeto cognoscente.

Para Llano, esa respuesta es la derrota del realismo pues «la realidad singular es vista por el sujeto con una perspectiva vital también singular». Afronta a Zubiri como el último esfuerzo de un aristotélico para llegar a un conocimiento intelectual directo del singular. Zubiri busca «restaurar el carácter eminentemente positivo de la individualidad», a través de una vía diversa de la tradición predicativa: el logos nominal constructo. El mérito que Llano encuentra al planteamiento es que refiere también a la posibilidad de conocer el singular aunque precisa que la nominación constructa debe «referirse a la reflexión sobre imágenes sensibles».

En general, la obra marca dos derroteros novedosos para el filósofo actual: el conocimiento del singular desde el tema de la representación y no desde la existencia del objeto en el conocimiento; el tema del singular inseparable de la materia. Al tratarse de individuación, la solución aristotélica y tomista exigen mayor penetración sobre la consideración material. Contrario a cierta vía formalista neoaristotélico-tomista, la investigación de Llano clama el psicologismo empirista que Brentano desarrolló de Tomás con una acertada interpretación del Aristóteles naturalista.


istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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