Las intermitencias de la muerte
Alfaguara. México, 2005.
274 págs.
Alfaguara. México, 2005.
274 págs.
Muchas veces me he preguntado sobre la inmortalidad. ¿Qué es? ¿Cómo sería la vida si los seres humanos nunca muriéramos? ¿Cómo sería la mía si supiera que no tengo contados los latidos? Y no, no me gustaría vivir eternamente. Pensarlo me genera una angustia propia de cualquier círculo dantesco. Vivir infinitamente no sería muy distinto de estar siempre muerto. Mi natural condición humana me lo exige.
Parezco, además, no ser el único mortal a quien le incomoda una idea inmortal. Borges consideraba la inmortalidad baladí y Mishima pensaba que la Tierra estaba circundada por la muerte y a medida que ascendemos nos encontramos con ella. Sin embargo, morir tampoco parece ser algo que saludemos con fervor.
Este debate entre la necesidad y el deseo, la naturaleza y la alquimia es el pretexto perfecto que el Nobel de literatura 1998 toma para entregarnos una nueva narración. Sin perder su estilo crítico y audaz entretiene al lector que junto con los demás personajes reflexionará, acompañado de la sexta suite para chelo de Johann Sebastián Bach, sobre su condición humana. Pero, ¿cuáles son las intenciones de la Muerte?
Parezco, además, no ser el único mortal a quien le incomoda una idea inmortal. Borges consideraba la inmortalidad baladí y Mishima pensaba que la Tierra estaba circundada por la muerte y a medida que ascendemos nos encontramos con ella. Sin embargo, morir tampoco parece ser algo que saludemos con fervor.
Este debate entre la necesidad y el deseo, la naturaleza y la alquimia es el pretexto perfecto que el Nobel de literatura 1998 toma para entregarnos una nueva narración. Sin perder su estilo crítico y audaz entretiene al lector que junto con los demás personajes reflexionará, acompañado de la sexta suite para chelo de Johann Sebastián Bach, sobre su condición humana. Pero, ¿cuáles son las intenciones de la Muerte?
