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Responsabilidad social no equivale a ética empresarial

¿Se puede hablar con realismo de una ética de los negocios a nivel internacional?
Sí, pero con matices, es como en la ética en general, hay circunstancias diversas. No es lo mismo estar en Lagos, Moscú o México. Lo que conviene hacer o está bien en un sitio, en circunstancias concretas, puede ser distinto en otro, también tiene que ver con las costumbres de cada pueblo. En las cuestiones éticas en general siempre hay diferencias en la forma de comportarse en la vida que dependen de las circunstancias, cuanto más se desciende a asuntos concretos afectan más las circunstancias. Aunque, desde luego, hay principios generales y conductas condenadas en cualquier lado, por ejemplo, torturar a un niño… En la ética empresarial pasa lo mismo que en la general.
¿Se distingue en algo la responsabilidad ética de las empresas que operan en países desarrollados de las que lo hacen en países emergentes?
Creo que en nada. Dependerá de las circunstancias. Por supuesto, en un país desarrollado se pueden llevar a cabo más acciones de beneficencia, de responsabilidad social corporativa. En los países en desarrollo, en cambio, hay necesidades más urgentes que atender, y puede haber menos margen para actuar. Hoy está de moda el concepto de responsabilidad social, pero el hecho de que se ponga tanto énfasis en ello, para mí, más que síntoma de ética, es de falta de ética, ¿por qué? porque en la visión de conjunto de la ética empresarial, no es el concepto más importante.
En los países desarrollados, las empresas generosas podrán dedicar para causas nobles, digamos 2% de sus beneficios, que en muchos casos puede ser .02% o .03% de las ventas. Es decir, en una visión global es insignificante. Es mucho más importante cómo maneja esa empresa el otro porcentaje de su operación, cómo son sus relaciones con los empleados, si los trata como personas o como simples instrumentos; las relaciones con sus consumidores, con la sociedad en general; si tiene en cuenta y maneja lo mejor posible los daños colaterales que surjan. Estos temas son mucho más importantes que la responsabilidad social y cuando todo el mundo está hablando casi sólo de responsabilidad, puede ser sólo una moda.
Pero, la ética empresarial entre países desarrollados o menos desarrollados, básicamente no es diferente, hay gente con conciencia y gente sin conciencia.
Tras más de una década estudiando la ética empresarial, ¿Qué cambios observa?, ¿hay mayor aceptación o cree que con la globalización crecen las oportunidades de actuar sin ética y los vicios de unos países se contagian a otros?
Empiezo por el final. En la práctica, en cualquier sociedad siempre hay un número de sinvergüenzas, en la población de las empresas es igual. Esto no se corrige sólo a base de instrucción ética y buenas palabras, al final tiene que haber legislación y acción legal. Típicamente, el sistema jurídico a nivel internacional está mucho menos desarrollado que a nivel nacional. Desde ese punto de vista, hay más oportunidades para el actuar poco ético en países donde la ley no interviene debidamente. Cuando esto ocurre, la solución es la ley, cuanto más globalizado esté el mundo –y lo está mucho–, la competencia puede venir del sitio más inesperado… por lo que cada día hace más falta una legislación internacional.
La evolución en la ética empresarial como disciplina es tremenda, empecé a dedicarme a ella a principios de los años 90, no existía casi nada, los interesados tomábamos libros de ética general e intentábamos entender el mundo empresarial para ver su aplicación. Realmente ha habido un desarrollo tremendo, un conocimiento mucho más pormenorizado de problemas, de aplicación de principios, de soluciones.
En cuanto a la aceptación general, puedo decir que hasta 1980, en las escuelas de negocios casi nadie enseñaba ética empresarial. Luego llegan los escándalos de Wall Street, una serie de personas van a la cárcel, y entonces todos los decanos buscan hasta debajo de las piedras a alguien que pueda enseñar ética. Después, poco a poco, las cosas se calman y el interés decae. En los 90 surge internet, otra vez se descuida la ética y pasa a ser un curso electivo. Viene el caso Enron, otra ola de escándalos, y nuevamente la demanda de profesores de business ethics, incluso los salarios se disparan porque hay mucha más competencia. Sin ser cínico puedo asegurar que dentro de pocos años otra vez bajará.
Los escándalos reviven el interés por la ética, en el caso de Enron estaba muy claro, Jeff Skilling y mucha gente que trabajaba con él, venían de Harvard. Entonces todo mundo se cuestionaba qué les habían enseñado, cómo los habían formado.
Sobre la aceptación de la ética en las escuelas de negocios, está claro que hay un factor de moda y uno de convicción. Hay escuelas serias donde la ética es cuestión de principios, haya presión externa o no; para otras, en cambio, es moda. Ahora, la AACSB –la institución más prestigiosa que acredita escuelas de negocios–, tiene ya como requisito necesario para mantener la acreditación el tema de business ethics, este armazón institucional moderará las oscilaciones.
La mayoría de las empresas tiene un código ético, pero parece que pocas lo siguen. ¿Es una especie de moda de moral superficial? No estaría tan seguro de que pocas lo sigan. Hoy en día un código de ética en una empresa grande es de rigor, pero eso no garantiza en absoluto que proceda de una convicción de los dirigentes. Aunque en muchos casos no se siga, no significa que sea inútil. Un código nunca se aplica ni se implementa solo, y como no se puede decir que el 100% de la gente en la cúpula de las empresas tenga un interés prioritario por la ética, pues ya se verán luego las consecuencias. Como dice el refrán: «Dime de qué presumes y te diré de qué careces».
A nivel de empresas chicas o medianas, las más éticas, con principios más arraigados, son las que menos necesitan un código, ni se molestan en tenerlo. Por ejemplo, me extrañaría que hubiese un código en el IPADE, pero a lo mejor ya es suficientemente grande y lo necesita, si no, en algún momento lo necesitará. En países subdesarrollados, con altos niveles de corrupción ¿vale la pena luchar por la ética, cuando el actuar poco ético es generalizado? Hay varios asuntos involucrados, uno, muy importante, es no identificar implícita o explícitamente la ética de los negocios o empresarial con la corrupción. Es un tema entre muchos. Más importante que si das mordida o no a los funcionarios públicos, es cómo tratas a tus inversores, a tus consumidores, y a tus empleados. Luego, por supuesto, viene el tema de corrupción. Una cosa me parece obvia. Por ejemplo, de acuerdo a los rankings de Transparencia Internacional, Nigeria es un país con nivel de corrupción alto, en Suecia en cambio, es mucho más bajo. Sin embargo, por decirlo de alguna manera, no pienso que el porcentaje de suecos que van al cielo sea más alto que el de nigerianos.
Otro ejemplo, en Estados Unidos tienen menos problemas de corrupción ?aunque bastante más que en Suecia?, pero si vemos cómo tratan a los empleados… ante el más mínimo problema reducen la plantilla y mucha gente va a la calle. También podemos revisar los productos y servicios que ofrecen, muchas veces no piensan si convienen al consumidor, si son buenos o malos, si hay demanda, si se debe hacer negocio con ellos… Como es más fácil medir la corrupción que otras cosas, parece que subdesarrollado quiere decir también menos ético. Pienso que en absoluto. Nigeria, por ejemplo, en general es un país tremendamente ético, con un sentido de comunidad fortísimo, un sentido de responsabilidad de unos a otros mucho más sólido que en otros países, pero sucede que, por distintas circunstancias, también hay un nivel de corrupción alto.
En países donde el nivel de corrupción es alto y los impuestos no siempre son justos, ¿hasta dónde es ético pagarlos? No hay muchos países hoy en día en que los impuestos sean demasiado altos, eso ha cambiado tremendamente. Hace 30 o 40 años en Inglaterra, por ejemplo, la tasa marginal de impuestos a partir de ciertos baremos de renta podía ser aproximadamente de 87 %, actualmente no hay país en el mundo que se atreva a mantener esos porcentajes, muy alto sería 40%, 45%.
En Nigeria, el nivel de impuestos es de 20 o 22%. El problema en un país como ese no es tanto la tasa de impuestos como el hecho de que, si mucha gente no los paga, en un nivel comparativo, el que paga, lo hace tres o cuatro veces más que la mayoría.
También existe el problema de cómo se emplean esos impuestos, muchas veces los gobiernos locales o estatales son muy débiles y puede haber tremenda malversación. ¿Qué hacer? No se puede resolver con un sí o un no. Tanto este tema como el de la obligación de las leyes injustas en la conciencia del ciudadano son muy delicados y se discuten desde hace más de 20 siglos. En general el sistema legal de los países subdesarrollados tiende a ser débil. Puede haber leyes que por no estar bien redactadas, dejan mucho a la discreción de los funcionarios. Si existe corrupción, las leyes se aplican de manera desigual y arbitraria, típico en países poco desarrollados, donde además, si alguien te ofende en tus derechos, el acceso al sistema judicial es difícil y poco prometedor. Todo esto plantea problemas serios al empresario. Lo que sí es claro es que cuando un impuesto es justo, se trata de tu contribución. Al evadirlo, primero se evade una ley justa, pero además, para ello hay que preparar una declaración fiscal y mentir, y luego para apoyarla, probablemente haya que falsificar documentos y la contabilidad de la empresa. Son ya demasiadas cosas.
Cuando se toman decisiones, siempre se corre el riesgo de provocar daños colaterales, ¿hay forma de evitarlos? No hay fórmulas, daños colaterales existen siempre. No se puede hacer nada en este mundo que no provoque algún daño colateral. Para venir aquí, en coche, hamos añadido daño, al menos marginalmente, al problema de tráfico y a la polución. Si dijéramos que nunca hay que causar daños colaterales, no podríamos ni levantarnos de la cama por la mañana. Pero eso también produciría daños colaterales.
No es que uno tenga la intención ni actúe con el propósito de causar daño, es cuestión de balance… de justicia, ¿es equitativo, es razonable? Póngase en el lugar del otro, si usted tuviera que sufrir esos daños que está causando, ¿estaría de acuerdo en que los objetivos buenos justifican los medios? En la sociedad moderna nos estamos volviendo algo hipocondríacos o paranoicos, lo normal en cualquier relación o comunidad, desde la familia, es ganar y ceder, dar y recibir, ser tolerantes. En muchas actividades causamos cierta molestia a otros que a su vez nos causan otras, es inevitable. Muchas ciudades modernas se han vuelto muy litigiosas, los abogados –y yo lo soy–, intervienen cada vez más. Ayer me comentaban un ejemplo: a muchos restaurantes les sobra comida, lógico, porque es imposible calcularla siempre bien. Tradicionalmente se tiraba, pero a alguien se le ocurrió regalarla a gente necesitada. En Estados Unidos, un mendigo comió algo de esa comida que estaba estropeado y se enfermó. Un abogado listo y sin escrúpulos ve tremenda oportunidad para demandar al restaurante, lo hace y le saca una indemnización. Resultado: de vuelta a tirar comida.
En una sociedad en la que todo el mundo insiste tanto en sus derechos, que no se metan ni un milímetro en su zona? y además, en cuanto le dan la más mínima oportunidad va a los tribunales, la verdad es una guerra de todos contra todos. Hace 20 años se prestaba poca atención a los daños colaterales, ahora mucha y eso es bueno, pero no olvidemos la otra cara de la moneda: que la excesiva preocupación por los daños colaterales nos pueda paralizar a todos. Es un principio ético «tomar en cuenta los intereses de los demás», pero ¿no está primero mi integridad y la de los míos? Tener en cuenta los intereses de los demás es una buena parte del ser ético, muy importante para entender la ética, tanto la general como la personal y la profesional.
El asunto es que no tenemos por qué contraponer los intereses propios y los ajenos, sino preguntarnos ¿cuán amplios son mis intereses? Nadie dice a su hijo «Te voy a enseñar qué es la sabiduría, el secreto de la felicidad es que te acuerdes siempre de ser lo más egoísta posible».
No es un problema de contraposición, muchas veces los intereses de los otros son los míos propios, tampoco se puede decir que alguien es altruista porque se ocupa de intereses de otros que son también suyos.
Es importante aclarar que no se interprete como altruismo lo que no lo es, para no pensar que cuanto más ético soy, menos me ocupo de mis propios intereses y más de los ajenos. El egoísta se ocupa sólo de sus intereses y esto no sólo resulta en males o daños a los otros, ante todo es un daño para sí mismo. El segundo tema, es que, por supuesto debe haber prioridad en las responsabilidades. Si alguien da dinero a una causa para salvar ballenas, pero descuida a sus hijos, eso no es ética, sino locura.
Si no somos egoístas y tenemos una apertura normal, razonable, que ayude a nuestro propio desarrollo y a los intereses de los demás al mismo tiempo, podremos percatarnos de las prioridades. Es cierto que, al fin, mi primera responsabilidad es por mí mismo.
Si consultamos libros de ética general, empresarial o de antropología, queda muy claro que la vida lograda no es la vida egoísta.

7  TIPS PARA MEJORAR EL CLIMA ÉTICO DE UNA EMPRESA

Cuidar los estándares éticos en una organización corresponde a los altos mandos, quienes por definición se ocupan del largo plazo, y saben que un desempeño poco ético, a la larga, perjudica a los demás y socava la capacidad de operación de la propia firma. Exista o no un código que defina las principales normas éticas que se deban observar en cada empresa, hay también otros medios que contribuyen a mejorar el clima ético.
Dar ejemplo desde la cúpula.
Es una forma esencial de comunicar los valores de una manera especialmente vívida y creíble. Si no se nota que el director general y sus colaboradores están comprometidos con valores éticos, no se logrará casi nada a pesar de todas las políticas que se adopten.
Nuestros semejantes ejercen poderosa influencia sobre nosotros, por ello es vital que los estándares de conducta que imperan en el ambiente e influyen en nosotros, coadyuven a la acción responsable.
Corroborar que los fines de la empresa son éticamente sanos para que puedan articularse con las creencias.
Si los objetivos básicos de una firma ignoran o chocan con la ética, no habrá programa ni poder en el mundo que pueda convertirla en una organización ética.
No se refiere sólo a los objetivos de la mafia, por ejemplo, sino también a los de una empresa que busca el exclusivo beneficio de los propietarios legales o que opera según el paradigma de guerra en las relaciones con su clientela o sus competidores?
Seleccionar cuidadosamente a gerentes y consultores.
Muchas decisiones importantes escapan a la supervisión de la dirección general, por ello habrá que elegir a las personas que toman esas decisiones cuidando sus estándares éticos. Así, se manda además el mensaje a toda la organización de que no importa sólo avanzar rápido y conseguir resultados, sino que la ética sí importa.
También se deben cuidar los estándares éticos de consultores profesionales, abogados, expertos fiscales y publicistas puesto que pueden influir en las decisiones de una firma tanto o más que sus mismos gerentes.
Comunicar con fuerza y claridad a los miembros de la firma la importancia de preservar y fomentar elevados estándares éticos.
De manera consistente y periódica la gerencia ha de reiterar la importancia de ser equitativos con todas las partes implicadas en cada asunto. Si las señales verbales y no verbales indican algo distinto, por ejemplo, «lo importante son las cifras», equivale a dar permiso para hacer cosas inmorales. Conviene también que al explicar decisiones importantes para la empresa se destaque el papel que desempeñaron en ellas los factores éticos. De otro modo, el personal puede concluir que no se consideraron.
Fomentar los rituales, héroes e historias de la compañía congruentes con los valores de la compañía en las alocuciones, boletines, informes y demás medios.
Brindar programas de formación en ética empresarial.
Directivos y gerentes con frecuencia enfrentan situaciones que plantean difíciles dilemas éticos y por lo general carecen de recursos conceptuales para lidiar con ellos. Lo mismo que requieren formarse sobre los estándares de contabilidad o de calidad total, necesitan hacerlo sobre los estándares éticos.
Dos prácticas que han dado buenos resultados son: incluir el factor ético en todos los programas de capacitación y no eludir la discusión de ninguna cuestión ética que se presente, para que quede claro que la ética no es un tema esotérico o superpuesto, sino una dimensión ineludible en cada decisión.
Actuar con ética exige tomar en cuenta los efectos de nuestras decisiones sobre otras personas, sobre la seguridad en la empresa, sobre el medio ambiente etcétera. Expandir las redes de información y allegarse datos cualitativos y cuantitativos que permitan fijar objetivos de mejora fomenta la responsabilidad.
Efectuar revisiones para verificar la observancia de las normas éticas.
Para que no se desvanezcan los esfuerzos para mejorar la calidad ética de una empresa se requiere aplicar medidas para supervisar los estándares éticos y conocer qué pasos son más eficaces. Dos formas sencillas son: incluir los estándares éticos en los criterios comunes para evaluar o asignar la responsabilidad específica a una persona o equipo para que efectúe auditorías periódicas.
Preparar un credo o código de ética de lacompañía.
Un código bien articulado tiene tres funciones: introducir valores éticos en la cultura de la organización, orientar a los gerentes que enfrenten dilemas éticos y legitimar el uso de sanciones a causa de una comportamiento inmoral. Las palabras y la conducta han de estar en estrecha relación para ser eficaces. A menudo, un código de ética es infructuoso porque los empleados perciben que la dirección general no se lo toma en serio y lo considera un simple expediente de relaciones públicas.
Juan M. Elegido

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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