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El «YO» como seductora mercancía

Unas cuantas anécdotas nos revelan cuan increíblemente «divertido» se ha vuelto el ambiente social para numerosos jóvenes y no pocos adultos.
Primera: Una joven madre brasileña, radicada en México, comenta que en su país (que desde luego no es excepción) el furor por la belleza externa ataca por igual a hombres y mujeres, solteros o casados. Y ha llegado a tal extremo que, una vez que se sienten modelos de revista, necesitan explotar ese enorme esfuerzo invertido y se lanzan a conquistar a cuanto individuo del sexo opuesto encuentran, con tan desastrosas consecuencias para la estabilidad de matrimonios y familias, que esta joven prefiere vivir lejos de su patria.
Segunda: Preparando su tesis, dos comunicólogas aplicaron una encuesta a jóvenes en España, Estados Unidos y México. Una pregunta para los varones decía más o menos: «Si conoces a una chica guapa de cara, con bastantes cualidades, simpática, y con la que sientes afinidad, pero gorda, ¿te gustaría salir con ella?» La respuesta fue un rotundo no.
Tercera: «Me molesta tanto ser gorda que muchas veces he pensado que preferiría morirme». Esto decía hace poco una adolescente frente a las cámaras de televisión.
Cuarta: comenta una psicóloga que muchas jovencitas actuales hacen esfuerzos ingentes para bajar de peso. Como esto les supone una lucha desmedida para su voluntad, cuando lo logran se sienten auténticas heroínas. Y por un proceso lógico, esperan que la gente a su alrededor (novio, familia, amigas) no sólo reconozca su esfuerzo, sino las alabe y ensalce. Y si no ocurre así, se deprimen y frustran.
Pero si alguien ya es guapo y delgado (por naturaleza o con dinero y esfuerzo) no cante victoria. No es suficiente la apariencia, además hay que ser muy «divertido» o al menos dar esa imagen. Revistas y programas de televisión no se cansan de enseñar a actuar, vestirse, peinarse, decorar y hasta cocinar de manera di-ver-ti-da.
La nueva imagen del triunfador es de «talante juvenil, juguetón y seductor» (Christopher Lasch). Los famosos ponen el ejemplo: sonrisas, ligereza y coqueteo. Nada de seriedad, por favor, sólo se vive una vez. Y en medio de este juego divertido que es la vida hay que lograr el éxito, es decir, no sólo salir uno adelante, sino adelantar a otros y ser objeto de admiración
Sobre estas patas huecas cada vez más gente apoya su autoestima. La generalización de estas conductas alienta el escrutinio continuo y ansioso de sí mismo para evaluar avances o retrocesos y contribuye primero a inhibir la auténtica intimidad y luego la calidad de las relaciones interpersonales.
Lo que cuenta es el estilo, los aires triunfales, la imagen. Lo demás es anticuado, aburrido, no vende. La persona se va vaciando de sí misma y ese falso yo queda en exhibición y, para colmo, en oferta.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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