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Coo-petencia: pensar en complementos

El negocio del atún es muy interesante, pero no sólo por las jugosas ganancias que proporciona, sino también por la estrategia marítima y las operaciones propias de pesca en alta mar. En repetidas ocasiones había oído contar acerca de las peripecias del difícil arte de la pesca del atún, con lo cual aumentaban mis deseos de conocer «en vivo» un barco de este tipo. Recuerdo cuando realicé un viaje a una ciudad portuaria del norte de México en 1993 para visitar la empresa de un conocido que ocupaba sus horas, desde hacía varios años, en dar vueltas por el mundo pescando, vendiendo y comprando atún. Durante mi breve estancia en la ciudad tuve la oportunidad de dar un paseo por el puerto y presenciar las maniobras propias de una flota atunera que en esos momentos se aprestaba a levar anclas. En verdad estaba sorprendido por la conducción impecable de cada barco en su salida hacia alta mar. Sin embargo, más que por su tamaño, la flota captó mi atención por el hallazgo inimaginable de lo que vi en ese momento: cada barco atunero contaba con un helicóptero. Más tarde me explicaron que era parte del equipamiento normal para localizar el cardumen de atún y aproximarse con mayor rapidez a la captura. Pero aparte de tan singulares «aventuras», el dueño de la empresa me señalaba lo difícil y arriesgado del negocio a nivel mundial, así como la absoluta necesidad de cooperación entre las grandes empresas del ramo.
La profunda enseñanza que todo empresario comparte es que un sistema capitalista, global, eficiente, y la existencia misma de un mercado, presupone gente que pueda organizarse a sí misma, confiar y trabajar una con otra, con base en valores morales compartidos. Desde esa perspectiva resulta muy interesante el pensar en complementos que beneficien simultáneamente a varias empresas, dos de ellos se analizan en este libro: Cooperación y Competencia, bajo la fórmula Coo-petencia .
Los autores, Nalebuff y Brandenburguer, invitan a pensar de un nuevo modo: competir y cooperar al mismo tiempo. Escuchar a los clientes, trabajar con los proveedores, crear equipos, establecer asociaciones estratégicas… Y esto no suena a guerra.
Me parece interesante y con mucho sentido común el siguiente comentario de Francis Fukuyama: «Cada vez más, la riqueza moderna resulta de las ideas, habilidades y capacidades de cada uno. Pero hay otro aspecto que los economistas tienden a pasar por alto: el capital social. Es la capacidad de la gente para trabajar una con otra, cooperar en grupos‚ organizaciones y asociaciones».

La guerra y la paz

El primer párrafo del libro dice que «los negocios son una guerra», y en efecto, el lenguaje tradicional de los negocios ciertamente lo hace parecer así: ser más listos que la competencia, apoderarse de una participación de mercado, arrasar todo, luchar con las marcas, derrotar a los proveedores, aprisionar a los clientes. Pero cuando los negocios se dirigen como una guerra, al final hay pocos vencedores.
El interés que despierta el libro Coo-petencia es precisamente tratar los negocios como un juego, pero no del tipo perdedor-ganador, porque el éxito de uno no exige necesariamente que los otros fracasen: puede haber multitud de ganadores. La estrategia que plantea el libro consiste en encontrar una manera de reunir competencia y cooperación apelando a la teoría del juego, ya que sus ideas son muy poderosas, los negocios ofrecen muchísimas oportunidades para aplicarlas.
De nuevo, Fukuyama señala: «No existe una sola actividad económica que no resulte de la colaboración de muchos individuos; desde el manejo de un pequeño restaurante o lavandería, hasta una corporación de microprocesadores; los individuos son importantes como empresarios e innovadores, pero la verdadera producción económica siempre la realizan grupos de personas».
El libro se encuentra dividido en dos partes: la primera reflexiona sobre el juego de los negocios, los conceptos básicos, jugadores, elementos de competencia y cooperación, finalizando con cinco aspectos de la teoría de juego: jugadores, valores agregados, reglas, tácticas y extensión.
La segunda parte contiene una explicación detallada de los cinco elementos de un juego, y sugiere el examen continuo del juego del negocio para que valga la pena efectuarlo, es decir, cambiar el juego para el propio beneficio puesto que la coo-petencia dice que las cosas se pueden hacer de otra manera y mejor. Y ése es el reto del libro.
No deja de ser interesante el planteamiento teórico. En la realidad, el quehacer empresarial es más un saber prudencial que científico, con aspectos más prácticos que teóricos, y por eso se entiende que haya muchas maneras de hacer empresa. En este caso, la teoría del juego se concentra directamente en la cuestión más urgente de todas: encontrar las estrategias y decisiones adecuadas. Debido a la enorme complejidad de los negocios, la teoría del juego lo separa en sus componentes claves y ayuda a ver lo que está ocurriendo y qué se debe hacer al respecto.

Abrumados por el taylorismo

El taylorismo no aprovecha las posibilidades de lo que Covey llama credibilidad (confianza), y ha recibido una crítica muy severa en los últimos años por ser un sistema rígido y burocrático que no toma en cuenta a la persona. Pero parece que los vientos están cambiando, y es cada vez más frecuente buscar alianzas competitivas.
Así como la persona necesita de otras, la empresa necesita de sus similares para alcanzar su plenitud: no hay esta empresa sin aquélla. La empresa es-con, coexiste con las demás y ese coexistir es su mismo existir ya que es naturalmente social.
El trabajo empresarial es una manifestación de la inteligencia práctica del hombre, es la recta razón del hacer y por eso es más arte que ciencia. Pero supone la inteligencia especulativa, que contempla las cosas necesarias, y en ese sentido es ciencia porque conoce los primeros principios de la naturaleza humana, de donde se derivan por ejemplo la cooperación y la competencia, además de muchos otros. La prudencia penetra intelectualmente en la naturaleza de los actos humanos y hace una ordenación efectiva de ellos, en este caso, en orden al bien de la empresa que a su vez se ordena al bien de la persona. Coo-petencia es ayudar y ser ayudado, es velar por el bien de ambos. La interacción positiva, aprender uno de otro, cooperación y competencia… ésa es la propuesta del libro.
Sin embargo, los autores fundamentan la necesidad de la coo-petencia en el siguiente aspecto: «se necesita un marco de referencia para pensar detalladamente las consecuencias en dólares y centavos, de cooperación más competencia». Para lo cual, anoto una última reflexión: el dinero engendra violencia, violencia y esfuerzo que hay que hacer para ganarlo y violencia para gastarlo…, ¿podrá ser el dinero el cimiento de la coo-petencia? ¿Será duradera una alianza bajo tales condiciones de inestabilidad? Porque a fin de cuentas, sólo se piensa en el propio beneficio, y para quien entiende así el beneficio, la utilidad social será secundaria y accidental. No vaya a suceder que la empresa coopere únicamente hasta donde su propio interés le dice que compensa hacerlo para no verse perjudicada. Ésta sería una forma débil de cooperación. El individualismo a la larga, deshace lo común, porque no cree en ello. Bien vale la pena pensar mejor en la solidaridad que nace de la conciencia de que todas las empresas son «iguales», y que por tanto no se puede dejar a la otra empresa con un problema que la sitúa en inferioridad de condiciones (Diría que el individualismo es su problema).

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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