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Para subir al cielo

En busca de los ángeles – In search of angels- es el título de un documental televisivo de la cadena neoyorkina PBS. Producido por Janis Blackschleger y presentado por la actriz Debra Winger, el documental – de una hora- analiza el fenómeno del atractivo que suscitan en nuestros días los ángeles: obras teatrales, películas, libros e incluso calcomanías les prestan atención.
Ya un tiempo antes, la revista Time escogía como tema de portada para uno de sus números el asunto de la fe en los ángeles. En el interior, una pintoresca relación de anécdotas referidas a estos espíritus invisibles subrayaba el hecho de que los norteamericanos creen en los ángeles (un 69% según la encuesta de la propia revista, frente a un 25% que niega su existencia).

Como pan caliente

Es obvio que la existencia de los ángeles no depende en nada de los sondeos de opinión. Pero se habla menos de ellos que hace unos siglos y, desde luego, su influencia en la vida cotidiana actual parece menor que la reflejada en las páginas de la Biblia. Joseph Aubry ha centrado el problema: “La llegada de Cristo no destruye a los ángeles. La mediación de aquellos sigue existiendo pero asumida y sublimada en la única, total, mediación del Hijo encarnado, muerto y resucitado. Han encontrado en Él su puesto y su identidad definitiva: son los ángeles de Cristo Cabeza y Cuerpo”.
Dejando a un lado los aspectos folklóricos, los ángeles y su relación con la vida de Dios y de los hombres están presentes en toda la literatura religiosa del mundo occidental y, por supuesto, en sus manifestaciones artísticas.
En los últimos meses se han publicado en todo el mundo un buen número de libros que trata, sobre los ángeles, su naturaleza y su misión. Lo más asombroso es que, a pesar de que parece que nuestra cultura es fuertemente racionalista y escéptica, se han vendido como pan caliente.
La razón es, según el periodista Luc Adrian, que “en una época en la que el individualismo y el egoísmo arrastran al creyente a sentimientos de desesperación, soledad e inseguridad, la devoción al ángel de la guarda y el sentido de la comunión de los santos han de ser recuperados con urgencia”. Uno de estos best-sellers ha sido escrito por Sophy Burnham. Lo ha titulado El libro de los ángeles, y consiste en una recopilación de encuentros de distintas personas con estos seres. En palabras de la autora: “Los ángeles son una confirmación tranquilizadora de que lo sobrenatural y el Reino de Dios son reales”.
“¿Hay alguno que lo recuerde?”
¿Se trata de una moda? ¿Es una estrategia de las editoriales en estos tiempos en los que la gente ya no sabe en qué creer? ¿Es – como afirman los más radicales- un influjo en el cristianismo de la secta New Age? Desde luego, la fe en los ángeles no es para los católicos ninguna novedad. Desde las Sagradas Escrituras hasta las obras de carácter espiritual, pasando por toda la literatura patrística, encontramos referencias a los ángeles. Se podría decir que, más que una fe estudiosa o fría, se advierte en todos estos escritos una familiaridad con los espíritus angélicos. El Catecismo de la Iglesia Católica advierte que “la existencia de seres espirituales, no corporales, que la Sagrada Escritura llama habitualmente ángeles, es una verdad de fe” (n.328).
Sin embargo, para algunos católicos, la fe en los ángeles les recuerda la ingenuidad de su fe infantil. El dramaturgo Luigi Santucci lo describe magistralmente en el prólogo de su obra LAngelo di Caino. Un ángel aparece en la oscuridad del escenario, envuelto en su túnica blanca dentro de un óvalo de luz, e interpela a los espectadores: “Bautizados, préstenme atención. En el drama que van a oír yo soy el ángel. ¿Quiénes son los ángeles? ¿Hay alguno que lo recuerde?” (una pausa mientras el ángel pasea la mirada por la platea). “He oído sus pensamientos. No, no todas esas cosas; no sólo todas esas cosas” (apuntando con el índice a diversos puntos en la oscuridad de la sala, continúa). “Tú has pensado en tu madre. Y tú, en tu niño muerto. Y ustedes en una música, en una imagen blanca colgada de la cabecera de la cama… Pero es normal que no sepan. Quizá no podrían soportar nuestra presencia si nos pensaran como realmente somos, cercanos a ustedes en cada instante, ¡en todo instante! (…). Nos piensen o no, estamos con ustedes, bautizados, de la manera precisa y perentoria que Dios ha querido: siempre, siempre. Sin distracciones, sin vacaciones”.
Para los católicos la fe en los ángeles es tan normal como el resto de los contenidos dogmáticos. No en vano se afirma en el “Credo” la fe en Dios creador de todo lo visible y lo invisible. No deja de ser curiosa la anécdota que relata Sor María Pía Guidici: “Thomas Angel Eliot es un estudioso de la informática en los Estados Unidos. Ha estudiado las leyes del cerebro electrónico y no se cansa de perfeccionar los datos de una tecnología cada vez más avanzada, poniéndola al servicio de las jóvenes generaciones. Escribe a su hermana que va a obtener el doctorado en el Instituto Pontificio Bíblico, para pedirle información sobre los ángeles: Precisamente porque me intereso por una ciencia que trata de agilizar la comunicación entre los hombres, quiero conocer a los ángeles y saber de su misterioso influjo que, como mensajeros de Dios, ejercen sobre los hombres”.
Compañeros luminosos
Los libros y las reseñas bibliográficas se suceden. Un francés de origen húngaro, Pierre Jovanovic, narra sus experiencias en su Enquête sur lexistence des Anges gardiens, en que se recogen testimonios de la ayuda de los compañeros luminosos en las difíciles circunstancias de las fronteras de la muerte. En este libro se comparan estas experiencias con las relatadas en sus obras por los grandes santos y místicos. Está escrito de manera ágil y periodística, con fina ironía. Aunque no faltan algunos errores, el conjunto del libro es positivo. Él mismo afirma que su fe en el ángel de la guarda nació de una experiencia personal. En la tarde de un día de enero de 1988, este periodista que entonces contaba 28 años, conducía su coche por la autopista. Corresponsal de Le Quotidien en los Estados Unidos, venía de hacer una visita a Sillicon Valley. Entraba tranquilamente hacia San Francisco. Carretera en clama, tráfico normal. “Adelantábamos a una gran tráiler, cuando de repente, sin reflexionar, todo de un golpe, me eché a la izquierda. Una fracción de segundo más tarde, una bala atravesaba el parabrisas y se incrustaba en mi asiento. Hubiera debido morir. ¿Qué motivó ese reflejo?”.
Los testimonios podrían multiplicarse. Pero a menudo hay una desorientación doctrinal. Tal vez por esta tendencia a ignorar la naturaleza angélica, Sor María Pía Guidici advierte que “La creencia en los ángeles ha sufrido en este siglo tres fuertes ataques: el de una exégesis que ha querido interpretar a los ángeles bíblicos como un desdoblamiento del mismo Dios o del hombre; el de la psicología y la etnología que explican la aparición de los ángeles como un fenómeno de mitologización o de expresión de una mentalidad animista ingenua y, por último, la explicación racional y cientifista de las cosas y del hombre, que parece hacer inútil la existencia y la actuación de seres invisibles”.
No hay que tener miedo a que algunos puedan llegar a escribir un montón de tonteras sobre los ángeles aprovechando el éxito editorial que parecen tener hoy en día. El lector católico puede encontrar en autores de la talla de Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura toda la explicación teológica de su naturaleza y su actuación. En sus obras se refutan desde los errores gnósticos hasta la palabrería inútil que discutía sobre el sexo de los mismos, y todo ello asentado en la Escritura y la tradición. Una sabiduría que les valió los apodos de Doctor Angélico y Doctor Seráfico, respectivamente.

(Tomado de “Palabra”, no.358).

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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