El médico de los piratas
Carmen Boullosa
Novela
Siruela. Madrid. 1993, 94 págs.
Carmen Boullosa
Novela
Siruela. Madrid. 1993, 94 págs.
Escribir de piratas en las postrimerías del siglo XX podría pasar bien por un divertimento o un intento de dar rienda suelta a la nostalgia. ¿Quién de niño no ha escuchado aquello de “con cien cañones por banda/ viento en popa a toda vela/ no corta el mar sino vuela/ un velero bergantín”? Los modernos y postmodernos responderán que para piratas, los de la electrónica y que hay más barbasnegras y rojas navegando por las computadoras que antaño, en los Siete Mares.
Más hete aquí que aparece una historia de piratas disfrazada de manuscrito perdido en alguna rara biblioteca del mundo, más semejante a prodigio borgiano que a historia pura. Pero lo es, vaya que sí lo es. La culpable de este delito de alguna manera hay que calificarlo de resurrección es nuestra Carmen Boullosa. De ella venimos a descubrir esta extraña faceta de cofradías del mar, hombres pasto de tiburones y el alejamiento definitivo de lo que Robert Stevenson en su Isla del Tesoro pintó como un mundo casi idílico: el de los hombres en el cofre del muerto… y una botella de ron.
En las páginas de El médico de los piratas no hay que buscar pericos parlanchines, porque la realidad fue muy otra. La de la sangrienta y devastadora lucha por la supervivencia en la cual los piratas fueron algo más que aguerridos caballeros del mar. Hombres capaces de llegar a los más abyectos extremos de crueldad, en pos de la riqueza y la sed de aventura, al servicio o no de algún rey con o sin corona, devastaron hogares, ciudades e imperios, convirtiéndose en símbolo de la vida errante y anárquica.
El médico de los piratas es un libro de aventuras para el alma aventurera de todo aquel lector que se anime a ir más allá de Sandokán, Henry Morgan y Edward Teach. Porque si bien Maracaibo, la isla de la Tortuga o Campeche son nombres que hasta hoy pueblan la calenturienta imaginación de nuestros sueños infantiles y adolescentes, gracias a la pluma y habilidad narrativa de Carmen Boullosa resucitan desde otra dimensión más humana. ¿Piratas en el siglo XX? ¿Por qué no?
Más hete aquí que aparece una historia de piratas disfrazada de manuscrito perdido en alguna rara biblioteca del mundo, más semejante a prodigio borgiano que a historia pura. Pero lo es, vaya que sí lo es. La culpable de este delito de alguna manera hay que calificarlo de resurrección es nuestra Carmen Boullosa. De ella venimos a descubrir esta extraña faceta de cofradías del mar, hombres pasto de tiburones y el alejamiento definitivo de lo que Robert Stevenson en su Isla del Tesoro pintó como un mundo casi idílico: el de los hombres en el cofre del muerto… y una botella de ron.
En las páginas de El médico de los piratas no hay que buscar pericos parlanchines, porque la realidad fue muy otra. La de la sangrienta y devastadora lucha por la supervivencia en la cual los piratas fueron algo más que aguerridos caballeros del mar. Hombres capaces de llegar a los más abyectos extremos de crueldad, en pos de la riqueza y la sed de aventura, al servicio o no de algún rey con o sin corona, devastaron hogares, ciudades e imperios, convirtiéndose en símbolo de la vida errante y anárquica.
El médico de los piratas es un libro de aventuras para el alma aventurera de todo aquel lector que se anime a ir más allá de Sandokán, Henry Morgan y Edward Teach. Porque si bien Maracaibo, la isla de la Tortuga o Campeche son nombres que hasta hoy pueblan la calenturienta imaginación de nuestros sueños infantiles y adolescentes, gracias a la pluma y habilidad narrativa de Carmen Boullosa resucitan desde otra dimensión más humana. ¿Piratas en el siglo XX? ¿Por qué no?
