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Reality shows o tele-basura: cuando el dolor es espectáculo.

¿Cómo se logra? La emisora tiene personal y cámaras en el departamento de policía de varias ciudades y cada vez que ocurre algo «interesante», los camarógrafos, con su chamarra azul – que en la espalda dice «Police»-, salen corriendo junto con los agentes del orden y tienen posibilidad de filmar todo lo que ocurra.
Los cassettes grabados se envían a la emisora y allí los analistas de historias los editan rastreando los elementos visuales que puedan servir para una historia. Por supuesto lo «valioso» son los golpes, tiroteos, choques, etcétera, salpicados del lenguaje que suele utilizarse en esas ocasiones. Si alguna vez logran filmar un asesinato, ¡magnífico!
Crimen para «pasar el rato»
En un pizarrón de anuncios del lugar donde se arma el programa hay un letrero para recordar a los analistas lo que deben buscar: muertos, puñaladas, heridos, disparos, estrangulamientos, porrazos, suicidios… (Harper’s, nov. 93). Todas estas imágenes sirven para «enriquecer» historias que carecen de efectos visuales o sonidos dramáticos suficientes.
Con materiales de este tipo se arman los llamados Reality Shows, programas que Permiten grandes ahorros en guionistas, actores, efectos especiales y escenarios. Ahora nos divierten con la realidad del delito y el crimen. Estos maravillosos logros ya están presentes también en la televisión mexicana. Algunos en canales abiertos y otros en cadena. Nos muestran cómo divertimos y angustiamos como espectadores del sufrimiento ajeno.
Como avanzada del Reality Show recibimos primero el programa Rescate 911 con esas voces «chillonas» en el doblaje. Estos son sólo los comienzos. Ya que en ese programa las escenas son actuadas. Algunas veces por los mismos protagonistas, víctimas de desgracias y asaltos, y en otras ocasiones por actores. El morbo de estas emisiones se disfraza con la posibilidad de constatar la oportunidad y muchas heroísmo de la brigada de rescate.
A los mexicanos, en general más púdicos que nuestros vecinos del norte, nos cuesta trabajo entender cómo si una persona o una familia sufrió un trauma porque una banda de asesinos invadió su casa, es- tuvo a punto de violar a la hija e hirió a dos personas, sean capaces, semanas o meses después, de actuar para revivir el hecho lo más semejante posible. No me he enterado si les pagan a los protagonistas, los convencen de lo glamouroso que es aparecer en la pantalla chica o quizá lo consideren una nueva «terapia psicológica». Al exhibir en cadena nacional mis traumas y compartir- los con todos mis compatriotas, más los ciudadanos de otras naciones, es posible que se diluyan.

Violencia enlatada

Después de Rescate 911, apareció Testigo en video. Aquí ya no hay actuación, todo es real. Algunas veces son cosas un poco chuscas pero más bien se buscan dramáticas y parece ser que muchos norteamericanos llevan la cámara como un apéndice, por si acaso en su día de trabajo o diversión encuentran algo espeluznante digno de aparecer en el programa.
Actualmente ya podemos disfrutar en México por lo menos de un Reality Show en toda la extensión del término. Cops pasa por Multivisión y quizá alguno más en otras cadenas. Los crímenes, las desgracias de las víctimas, los accidentes mortíferos se transforman en espectáculo.
Esta costumbre reciente, pero que se exporta rápidamente a todo el mundo, empieza a provocar reacciones lógicas de quienes piensan que este tipo de programas que bombardean con sensaciones y explotan el morbo no son más que tele-basura. Fomentan que los expectadores, de por sí pasivos, sigan sumidos en la pasividad y llenen su vacío con imágenes de destrozadas vidas ajenas.
Esto sin contar con el efecto de la violencia que exhiben. Los altos ratings que han logrado esas emisiones llevan a sus productores a defenderse diciendo, como siempre, que no es sino un reflejo del estado de la sociedad. En cierto modo es así, por eso se llaman shows de la realidad, pero esos hechos violentos no ocurren todos en media hora ni frente a mi vista; son casos aislados que se graban juntos en una cinta con miras a despertar truculentas emociones. La verdad es que todavía no imaginamos el nefasto efecto que puedan desatar esas medias horas de violencia desatada.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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