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¿Es posible colonizar Marte?

Las primeras exploraciones a Marte confirman que hace quizá 3 mil millones de años existieron ríos, lagos y hasta un océano, acaso del tamaño del Mediterráneo, de cuyos lechos y orillas aún se perciben huellas. La existencia de agua reviste gran importancia, pues la vida no se concibe sin ella.
El reto inmediato para la ciencia espacial es aclarar a dónde fue a parar toda esa agua: ¿al subsuelo marciano, al espacio exterior o a ambos lugares? En segunda instancia, dilucidar si llegó a desarrollarse alguna forma de vida en condiciones distintas a las de la Tierra, y si ha podido subsistir algún tipo de vida, aunque sea microbial o bacterial, en un nicho del subsuelo, protegido de las condiciones extremas de su superficie.
El reciente e importante descubrimiento, efectuado por la sonda Mars Odissey, de que Marte parece albergar en su subsuelo, como ya se sospechaba, cantidades fantásticas de agua congelada ¾ igual que nuestros permafrosts árticos¾ ha reavivado el interés por explorar ese planeta y, según los más optimistas, iniciar una «terraformación» o gradual conversión de su clima en algo semejante al de la Tierra, con una atmósfera respirable y húmeda. [1]
El proceso, que se estima duraría siglos, sería previo a una subsecuente y final colonización de Marte. Algunos sueñan, por supuesto, con reconstruir allá cascadas, ríos, lagos y mares ¾ que se presume existieron hace miles de millones de años¾ ; así como poblar su superficie con extensos bosques, cultivos y animales domésticos, y sus aguas con especies marinas. Por fin, se instalaría allá una población humana, emigrada de la Tierra.

EXPEDICIONES TRIPULADAS A MARTE, ¿REALIDAD O CIENCIA FICCIÓN?

Sin caer en fantasías propias de la ciencia ficción, parece que la meta más sensata a seguir ¾ dificilísima por cierto, pero aún dentro de lo posible¾ es lanzar, primero, una serie de naves exploratorias para obtener toda la información posible acerca de la atmósfera, suelo y clima de Marte, así como la cantidad y accesibilidad de agua, oxígeno, nitrógeno, bióxido de carbono y minerales, que podrían encontrarse o producirse allí.
Esto ya se está haciendo con buenos resultados. Después se podría considerar la estancia del primer grupo de astronautas en la superficie marciana, durante 500 días que necesariamente habrían de permanecer allí, en espera de las siguientes posiciones relativas propicias de ambos planetas, para iniciar el retorno a la Tierra.
Hasta aquí todo parece posible, incluso dentro de la actual década, suponiendo que esa primera tripulación, de seis u ocho personas, fuera capaz soportar un viaje de dos o tres años en condiciones excepcionalmente difíciles y anormales para los seres humanos. Este problema ¾ el humano¾ es, con mucho, el más difícil de resolver y por el que posiblemente no pueda realizarse un viaje tripulado a Marte y, menos aún, llegar a colonizarlo, por lo pronto no en un futuro previsible.
Sin embargo, es indudable que, aun si no llega a materializarse ningún viaje tripulado, el Proyecto Marte logrará grandes progresos científicos, técnicos y biomédicos ¾ con costos razonables¾ , todo lo cual redundará en beneficio de la humanidad en general.

DE LA ANTÁRTIDA A MARTE

La Antártida ofrece, con mucho, las condiciones más duras para la vida humana en nuestro planeta. Con temperaturas que en invierno descienden a menos de 60°C bajo cero, este lugar sirve ahora de parámetro para evaluar, por analogía, algunas de las inmensas dificultades con las que tropezaría una expedición tripulada a Marte.
Hace décadas que operan ahí varias estaciones permanentes de Estados Unidos, Rusia, Australia, Alemania, Argentina y Chile. Pero aún no es posible establecer poblaciones estables ni construir ciudades permanentes. Los científicos y demás personal de esas bases deben ser continuamente relevados ¾ a lo sumo cada 6 meses¾ y, por supuesto, reciben todo del exterior, pues la Antártida no produce nada de lo necesario para vivir, salvo agua potable, fundiendo su hielo.
Ahora bien, Marte no sólo promedia la temperatura invernal de la Antártida, sino que, además, carece de agua en su superficie y su atmósfera no está compuesta de 78% de nitrógeno, 22% de oxígeno y 1% de argón, esenciales para la vida terrestre; es una atmósfera muy tenue, con 95% de bióxido de carbono, 3% de nitrógeno y 2% de argón. Todo ello en un ambiente enrarecido, inferior a 1% de nuestra presión atmosférica.
Estas condiciones no permitirían a los visitantes de Marte salir de su trajes espaciales presurizados, hasta que regresen a sus naves o a los módulos habitacionales que se instalen en la superficie marciana. Lo cual contrasta grandemente con las relativas comodidades que gozan, aun durante la época invernal, los residentes en las bases de la Antártida: aire respirable, amplios espacios, alimentación variada, atención médica, salas de estudio y lugares de deporte y recreo para su relajación.
Agreguemos, además, que los astronautas en Marte llegarían a estar hasta mil veces más lejos de la Tierra (380 millones de km) de lo que está la Luna de nosotros (unos 380 mil km), y que cualquier mensaje enviado a la Tierra requeriría de 40 o 50 minutos para hacer su viaje de ida y vuelta, y eso a la fantástica velocidad de la luz. Tal aislamiento produciría una sensación de soledad y abandono hasta ahora inimaginable.
Pues bien, si todavía y por las dificultades expuestas no se ha pensado establecer en la Antártida una población permanente con sus ciudades, carreteras, escuelas, hospitales, etcétera; ¿cómo se va a hacer eso, nada menos que en Marte? Podrían, eso sí y si nada falla, establecerse bases, pero sus ocupantes deberán ser relevados continuamente, lo cual no sucedería antes de 2 años ¾ recordemos que los viajes de abastecimiento y relevo sólo podrán efectuarse cada 26 meses, aprovechando las posiciones relativas ventajosas de Marte con respecto a la Tierra.
Sin embargo, estas inmensas dificultades no disuaden de su empeño a quienes propugnan por transformar Marte en un planeta con condiciones físicas y atmosféricas iguales a las de la Tierra.

LA «TERRAFORMACIÓN»

1ª etapa: calentamiento y creación de una atmósfera
Lo primero a conseguir para una colonización subsecuente a las exploraciones, sería el calentamiento de Marte hasta alcanzar las temperaturas promedio de la Tierra. Para ello, habría que captar más calor del Sol.
Un medio para conseguirlo sería generar allí mismo, de algún modo todavía desconocido, grandes cantidades de potentes gases de invernadero, como ciertos compuestos de cloro, flúor, fósforo y carbono. A ellos se iría agregando, a medida que se calentara Marte, el bióxido de carbono (CO2) que ya existe congelado, en forma de «hielo seco», en su casquete polar Norte y posiblemente también, aunque en menor cantidad, en toda su superficie; formándose así una atmósfera densa.
No faltan científicos visionarios que lo consideran posible, aunque sea a largo plazo; pero la verdad es que, para empezar, no hay siquiera pruebas convincentes de que exista la suficiente cantidad de CO2 en Marte para establecer una atmósfera densa.
2ª etapa: una atmósfera viable
Preparar una atmósfera apta para la vida requeriría descomponer el CO2 en sus elementos y liberar el oxígeno (O2), mediante una especie de «combustión a la inversa» que, en vez de desprender calor como todas las combustiones y oxidaciones, necesita absorberlo. La energía suficiente para esa reacción sólo podría conseguirse de la radiación solar, con el inconveniente de que llega a Marte con la mitad de intensidad que a la Tierra, por su mayor alejamiento del Sol.
También se podría obtener oxígeno mediante electrólisis del agua (H2O), que por fortuna parece existir en abundancia en el subsuelo marciano.
Ambas reacciones serían realizables, aunque no exentas de dificultades ni tan fácilmente como se requeriría. El oxígeno, hasta donde se ha comprobado, sólo existe en estado gaseoso en la atmósfera terrestre, pero no en otro planeta o satélite explorado. Ello se debe a su gran reactividad, por la que, más pronto que tarde, termina combinándose con el carbono (C) para formar CO2, con el hidrógeno (H) para formar agua y con casi todos los metales para formar óxidos.
El O2 también existe en las rocas, en su mayoría en forma de silicatos, carbonatos y fosfatos. Por lo que toca a la Tierra, existe en estado libre o gaseoso sólo por dos razones:
1. Su reactividad está moderada por una cantidad de nitrógeno (N2) cuatro veces mayor. Esto quiere decir que habría que generar en Marte una atmósfera como la terrestre, rica en nitrógeno ¾ que además de moderar la reactividad es componente de los aminoácidos y, por ello, parte esencial de toda la materia viviente.
Pero aquí viene otra inmensa dificultad: ¿cómo conseguir esa enorme cantidad de nitrógeno, si sólo se da en materias orgánicas o como subproducto del carbón o del petróleo, nada de lo cual se sabe que exista en Marte?
2. Las plantas regeneran continuamente el oxígeno que se consume en la respiración de los seres vivos, las combustiones y oxidaciones. Pero esta constante regeneración mediante la fotosíntesis no puede darse en ninguno de esos otros mundos carentes de vida. En eso, como en tantas otras cosas, nuestra Tierra parece ser única.
3ª etapa: «importar» los ecosistemas
Ésta se antoja de mayor dificultad que las anteriores. Los organismos vivientes dependen muchísimo unos de otros: para su alimentación, el control de sus poblaciones, la polinización de las plantas, la digestión de los alimentos con el concurso de la flora intestinal y así, para una lista inacabable de interacciones mutuas. Vemos, por ejemplo, que a la sombra de los pinares prospera determinado tipo de juncos, pero no otro tipo de plantas herbáceas.
Una vez conseguidas la temperatura, atmósfera y humedad adecuadas, para plantar en Marte cualquier bosque habría que tener en cuenta todo esto, incluyendo hasta los microorganismos que convierten las hojas caídas o la madera muerta en materia orgánica reciclable.
Lo anterior significa que la cantidad de organismos vivientes que habría que «importar» a Marte sería interminable y, dada la limitada capacidad de las naves espaciales y la duración del viaje espacial, habría que transportarlos en forma embrionaria para su posterior desarrollo en complejos laboratorios biológicos, previamente instalados allí.
La complejidad del proyecto es evidente, sin insistir en múltiples dificultades que sin duda surgirían: la gravedad es 40% menor que la terrestre, ¿la toleraríamos a la larga?; los inviernos duran el doble que los nuestros, ¿permitirían a plantas y animales recuperar su ciclo vital?; ¿cómo afectarían las diferentes condiciones atmosféricas a las plantas de las que se alimentarían las personas?

CON LOS PIES EN LA TIERRA

A pesar de todos estos obstáculos, no faltan optimistas de la colonización de Marte, y tal vez es bueno que así sea, pues ése será en gran parte el motor que impulse el proyecto de Marte como tarea de toda la humanidad.
No faltan tampoco quienes ven la colonización de Marte como «un paso hacia otros mundos más allá de nuestro sistema solar», pues en él únicamente Marte sería «colonizable». De ese modo ¾ afirman¾ la vida humana se propagaría por la galaxia, sobreviviendo incluso a la eventual extinción de la vida en la Tierra.
Esto es, sin embargo, extralimitar las conclusiones pues, para empezar, los «posibles» mundos más cercanos están a varios años luz de nosotros y a muchos miles de años de viaje, considerando las velocidades de cualquier nave espacial que pudiera aventurarse en los inmensos espacios siderales.
El proyecto de Marte ¾ aunque es posible que nunca se realice, no digamos ya una colonización, ni siquiera un viaje tripulado al mismo¾ traerá, sin embargo, grandes beneficios a la humanidad, por el gran desarrollo científico y tecnológico que impulsará.
Por lo demás, cuanto más conozcamos acerca de nuestro único y maravilloso planeta y del universo que nos rodea, más admiraremos el estar en un mundo sorprendentemente adaptado, en infinidad de detalles, a todas nuestras necesidades. Pienso que, en definitiva, la mayoría de nuestros esfuerzos deberán encauzarse a mejorar aún más ¾ para nosotros y para todas las otras especies vivientes¾ el hábitat que nos cobija.

[1] Numerosos artículos abordan el tema, entre otros: Mars Genesis Project. The restructuring of the Martian surface and atmosphere, towards a suitable, breathable and livable environment. Mars: Mankind´s future lies in Space (in Mars and beyond). yahoo.com/science/Astronomy/Solar.System/Planets/Mars/colonization The Red Colony. First generation of Martian cities (underground) and second generation of Martian cities (in open air). redcolony.com Terraforming. Atmosphere, bacteria, ethics, etcétera.

istmo review
No. 386 
Junio – Julio 2023

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